Muchas veces sentimos que tocamos fondo y que más abajo no podemos ir, pero es en esos momentos de profundas crisis y desesperación cuando tenemos que buscar, en primer lugar, ayuda de las personas que más nos quieren.
En segundo lugar, debemos aprovechar a los profesionales que estén a nuestro alcance, ¡porque para algo estudiaron! Ellos, seguramente, nos van a brindar sus mejores herramientas para aliviar nuestros dolores, ya sean físicos o psicológicos.
Él nos hará saber qué cosas nos divertían cuando jugábamos y qué cosas nos decían los adultos cuando hacíamos tal o cual cosa.
¿Nos incentivaban cuando cantábamos, bailábamos, cosíamos, desarmábamos los juguetes, inventábamos perfumes, mirábamos obsesivamente las estrellas, curábamos a nuestros muñecos o escribíamos en un pizarrón las tablas de multiplicar o, por el contrario, cada vez que jugábamos a juntar el agua con el aceite, a arreglar un tractor o a crear una nueva bandera, nos desanimaban o intimidaban?
Si cada vez que tocabas la guitarra o escribías un cuento, te decían que la vida "no era éso", que la vida era otra cosa, que sería mejor que "te sacaras esas pavadas de la cabeza" y para vos nunca estuvo claro cuál era "esa otra cosa", es muy probable, que, sin querer, esos adultos estuvieran diciéndote, "aunque por la negativa", ¡sos muy bueno en lo que hacés, pero nos enoja mucho que por estar entretenido "todo el tiempo" en eso, no nos prestes atención ni hagas lo que nosotros querríamos que hicieras!
Cerremos los ojos y volvamos por un instante a la infancia... |
¿Podríamos contar cuántas veces vivimos situaciones como las que mencioné?
Estoy segura de que sí...
Algunos de nosotros, felizmente, podremos recordar "el aliento" que nos daban nuestros padres, pero otros... qué mal nos sentimos al recordar cómo minimizaban y hasta despreciaban nuestros juegos, ¿o eran sueños?, que tanto nos entretenían y que eran un preámbulo de lo que tal vez, de adultos, fuera nuestro verdadero "tao" para llegar a ser nosotros mismos.
De todos modos, cuando atravesamos momentos terribles, podemos salir airosos y fortalecidos de casi cualquier situación, siempre y cuando nos miremos con brutal honestidad.
Tal vez, al principio, en nuestro interior, sólo observemos un cuadro que no tiene ni forma ni color, así que no esperamos nada de la vida, porque estamos en un estado mental raro, por definirlo de alguna manera.
¿Pero qué pasa luego?
Al tiempo de observarnos a consciencia... mágicamente empezamos a sentir una unión entre ese niño que fuimos hace tantos años y el adulto que somos hoy. Y si bien, cada uno conserva su individualidad, el "fruto" de esa unión tiene el lenguaje, la estructura y el sentir de un niño, pero un niño completo, íntegro y acabado, del
que hoy somos "tutores", ¡por lo que ya no tenemos excusas para no prestarle atención!
Así, cuando el niño lo comprende, comenzamos a darnos cuenta de que podemos vivir un renacimiento, y de que, igual que los alquimistas, estamos listos para convertir cualquier metal en oro. ¡Y ahí el gozo es realmente colosal!
Les decía al comienzo que la vida nos conduce por caminos insondables y profundos. Por mi parte, siento que llevo vividos cuatro renacimientos claramente identificables y que hace tiempo, a partir de un diagnóstico médico desfavorable, comencé a transitar el quinto...
Ahora, revirtiendo el bagaje que traía de los anteriores, me encuentro subyugada a toda la energía que me impulsa hacia adelante y por eso, me siento realmente afortunada, ya que no mucha gente puede decir que ha vivido intensamente... aunque todos podrían renacer a una vida intensa, si se lo propusieran a consciencia.
Desde ya, en primer lugar, agradezco a la gente que, verdaderamente, me ama, incluidos los amigos que conocí transitando diferentes países y los que están en Argentina, aunque en ciudades distantes, porque siento, a través de lo que escriben, su buena energía. También agradezco a los amigos cuya geografía es más cercana, porque con ellos disfruto la cercanía física que tanto bien nos hace. Por último, agradezco a los conocidos que me aprecian, porque ellos pueden ser los amigos del mañana.