viernes, 15 de marzo de 2013

De Curas, Políticos, Argentinos y Mates.

13/03/13  
Jorge M. Bergoglio: Papa Francisco I


                           "HABEMUS PAPAM"                                                                                                  Nunca antes esas palabras calaron tan hondo en mí ni me conmovieron tanto...                                           Si bien soy una persona “espiritual” y ”creyente”, no soy practicante de ninguna religión y me costó darme cuenta del porqué de mi emoción.                                       En primer lugar, porque a pesar de que muchos argentinos nos representan en todo el mundo, no todos son “dignos o merecedores” de representarnos. Algunos nos representan muy bien pero sólo sobresalen en campos deportivos, científicos y artísticos. 
¿Por qué digo “sólo”? Porque ésta es la primera vez que un argentino va a representarnos con lo más preciado que tiene un ser humano: la espiritualidad, pensada en su sentido más amplio, porque ningún ser humano lo es sin ella.
                                                                                                 Y en segundo lugar, porque me siento orgullosa de que el nuevo papa sea un coterráneo.  


                                                                                Efectivamente, Jorge Mario Bergoglio, nació en el barrio de Flores (Buenos Aires) el 17 de diciembre de 1936, por lo que es sagitariano en el horóscopo occidental y rata de metal en el horóscopo chino. 


Proviene de una familia de inmigrantes italianos, más precisamente, Piemonteses. Su padre se llamaba Mario Bergoglio y era empleado ferroviario y su madre, Regina, era ama de casa.

Mate: Juan Martín Pallarols
Jorge Bergoglio tuvo una vida acorde a la de los niños de su época. Concurrió a la escuela pública; se crió como cualquier otro muchacho porteño de clase media: le gustaba el tango, el fútbol y el mate y viajaba en transporte público, costumbre que conservó hasta el último día, antes de acudir al cónclave que le cambiaría la vida.

Se recibió de técnico químico y trabajó en esa profesión hasta que a los 21 años, decidió escoger el camino del sacerdocio, por lo que viajó a "La Docta" y entró al seminario jesuita. 

El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote, el 13 de junio de 1997 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires y el 13 de marzo de 2013, a los 76 años, (qué cantidad de números 13 en su vida, no?) fue elegido Papa por los miembros del Colegio Cardenalicio tras la renuncia al cargo de Benedicto XVI, en la quinta votación efectuada durante el segundo día del cónclave. Francisco I es el papa número 266 de la Iglesia católica y Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Es el primer pontífice originario del continente americano, el primero de habla hispana desde Alejandro VI y el primero no europeo desde el año 741.También será el primer Francisco, en honor a Francisco de Asís y allí, creo, reside la clave de su pontificado. 


Muchos saben que Francisco de Asís fue un santo, que fundó la orden de los franciscanos y que amaba profundamente a los animales a los que se refería como “mis hermanos”, pero lo que no tantos saben es que él comenzó con un movimiento de renovación de la iglesia, presidida en ese tiempo por Inocencio III, por lo que Francisco dejó de ser sólo un nombre para convertirse en un símbolo: el símbolo de la reconstrucción de la iglesia, una nueva iglesia, a la que podríamos llamar “ecológica”. Y la iglesia "ecológica" está puertas afuera, al aire libre, con la gente común y fuera de la protección de los símbolos de poder erigidos en el vaticano.
Francisco I ya dio una clara señal de vientos de cambio en su primera aparición pública: no lució la “muceta” bordada en oro, usada por todos los papas que lo precedieron, sino sólo la túnica o sotana blanca. Además, no hizo un saludo grandilocuente sino que apenas levantó su mano, humildemente y pidió que rezáramos por él y que le diéramos nuestra bendición. 
Bergoglio con el padre Pepe
                                                                                                       Por todo ésto quiero creer en él y porque hay cientos de testimonios de personas a las que él ha asistido en el momento que más lo necesitaban, mientras fue un cura común y corriente y luego, como obispo y cardenal. Porque estuvo al lado de los excluídos y combatió a los corruptos y si no, pregúntenle a los familiares de los trabajadores explotados y muertos en el incendio de los talleres clandestinos del barrio de Flores o a los familiares de las víctimas de la tragedia del boliche Cromagnon o a las víctimas y familiares de la reciente tragedia de Once, producto de la corrupción de los que nos gobiernan o a las víctimas de la trata de personas (muchas, menores de edad) encerradas, drogadas y prostituídas en lugares a donde también concurren algunos personajes nefastos que pertenecen al “establishment” político. 
Pregúntenle también al Padre Pepe, (otro extraordinario pastor) cuando juntos, a pie, en subte o en colectivo le ponían el cuerpo a una lucha “despareja” en la villas en contra de la marginalidad y la droga.                                                                          Nobleza obliga, no puedo desconocer que fue implacable en su oposición a la ley de matrimonio igualitario que, luego de muchas idas y venidas, hace tiempo se promulgó en Argentina, pero creo que en la balanza, ganan, de lejos, sus aciertos y no sus equivocaciones.  

Por eso me cuesta entender por qué, nuestra presidente desestimó, indefectiblemente, cada uno de los numerosos pedidos de audiencia que el entonces arzobispo Jorge Bergoglio le hizo en diferentes oportunidades; me cuesta entender por qué desde el año 2004, el gobierno kirchnerista se negó, sistemáticamente, a participar del Tedeum en la Catedral Metropolitana y Cristina Fernández viajó incontables kilómetros a otras iglesias, prácticamente contrariando las prácticas protocolares, para no escuchar su homilía. 
Me cuesta entender por qué intentan ensuciarlo, en relación a la dictadura, asegurando que "entregó" a dos sacerdotes, si distintas personas, acérrimas opositoras al régimen de Videla, como Alicia Oliveira, militante histórica de los derechos humanos y ex defensora del pueblo, asevera que "Bergoglio intercedió para que los liberaran" y hasta Adolfo Pérez Esquivel, otro incansable luchador por los derechos humanos y premio nobel de la paz, niega rotundamente que Bergoglio haya sido cómplice de la dictadura, si bien desde su punto de vista, no "tuvo la valentía suficiente para hacer más de lo que hizo". ¿Pero quién puede juzgar a un semejante por éso? ¿Acaso alguien puede "medir OBJETIVAMENTE" la valentía o la prudencia? 
Me parece que no...                                                                                                  



Por otro lado, es también importante resaltar el gesto que tuvo con el siguiente pedido en relación al próximo martes 19 de marzo, día de la misa de iniciación de su pontificado:





Buenos Aires, 14 de marzo de 2013 Prot. N° 2767/13


Excelencia:                                                                                 



Tengo el honor y el gusto de dirigirme a Usted para informarle que el Santo Padre Francisco me ha pedido que les transmita a todos los Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y a todo el Pueblo de Dios, su sentido agradecimiento por las oraciones, y las expresiones de cariño, de afecto y de caridad que ha recibido. Al mismo tiempo desearía que en lugar de ir a Roma para el inicio de su Pontificado el próximo 19 de marzo continúen con esa cercanía espiritual tan apreciada acompañándola con algún gesto de caridad hacia los más necesitados.                                                                                                     Aprovecho esta gozosa ocasión para confirmarle mis sentimientos de deferente atención.                                                                                                                                               Emil Paul Tscherrig / Nuncio Apostólico                                                                                                 A Todos los Arzobispos y Obispos de la República Argentina


Mientras escribo esta entrada, otra señal se agrega a las ya dadas en las pocas horas transcurridas desde que eligió llamarse Francisco I; al cruzarse fugazmente en los salones del Vaticano con Bernard Law ha tomado una primera y drástica decisión: no permitir que el ex arzobispo de Boston, acusado de encubrir durante 18 años a curas pedófilos, frecuente la basílica. Valiente decisión que deja en claro la continuación de la lucha contra la corrupción, la hipocresía y la falta de moral de muchos miembros de la iglesia.



Por lo que ha hecho desde que se ordenó y por el pedido implícito de austeridad, respeto y dedicación al trabajo pastoral, instando, en definitiva, a que cada uno se "ocupe de lo suyo" en el momento y en el lugar que le corresponde, le doy mi bendición desde el fin del mundo, el mismo fin del mundo desde donde él fijó su compromiso por una sociedad mejor. Deseo también, fervientemente, que con su conocimiento y buena voluntad, Francisco I pueda convertirse en el alquimista que necesitamos en este atribulado siglo y que produzca una transformación, no sólo en la iglesia católica, sino en la búsqueda de la panacea universal.
                                                                                                             Que así sea, Francisco.