lunes, 20 de septiembre de 2010

Viajar... pero con quién?

Viajar... disfrutar... compartir... qué lindas palabras, no?


A veces, viajar resulta tan placentero que hasta nos cambia la vida, pero otras, puede suceder todo lo contrario y lo que habíamos planificado con tanta ilusión, termina en un desastre absoluto, sólo porque no tuvimos en cuenta algunos detalles respecto a quiénes nos acompañarían.



¡Cuánto aprendizaje nos puede dejar un viaje!


Por eso, casi tan importante como decidir el destino, es conocer bien a quien va a ser nuestro compañero/a. Esta es una de las claves para que un viaje de placer no termine siendo uno de terror, ya que aunque sea por unos días, vamos a compartir diferentes actividades o, quizás, vivir experiencias absolutamente distintas de las habituales. Pero, para vivirlas a pleno, debemos abrir nuestra mente, despojarnos de prejuicios y... sumergirnos en el mundo nuevo que nos espera allí, en ese lugar soñado, nuestro destino de viaje.

Ahora bien ¿sabemos si nuestro acompañante está dispuesto a hacer lo mismo? 





¿Le gustará madrugar para recorrer determinados lugares, querrá aprovechar la mañana en la playa o preferirá levantarse muy tarde y disfrutar de la noche? 














¿Si tuviéramos que viajar en helicóptero o en avión, en barco o en tren, estará dispuesto o le dará pánico ese medio de transporte? ¿Compartiremos sin dudar los gastos imprevistos que pudieran surgir o cada uno afrontará estrictamente lo suyo? ¿No nos molestará que sea adicto a las compras o al casino o que fume?





¿Y si es de esos vegetarianos inflexibles que sólo acepta entrar a los restós naturistas?  ¿Y si se despierta de madrugada y enciende las luces o la tele porque eso lo ayuda a conciliar el sueño? 

Ahí sí que estamos en problemas y debemos preguntarnos: ¿podremos soportar esos "bemoles" del otro que, antes de partir, desconocíamos? 
¿Quedará espacio para la negociación en esas divergencias?

Siempre recuerdo "mi primer viaje sola" a la costa, en compañía de una vecina con la que me llevaba muy bien... como vecina :-) 
¡El primer viaje con alguien de mi edad, sin adultos de por medio! ¡Cuánta expectativa! ¡Qué felicidad! ¿Felicidad, dije? 
Mmmm...
Todavía recuerdo sus "peculiares costumbres"; algunas muy desagradables y otras, absolutamente incompatibles con las mías, como por ejemplo, dormir en cualquiera de las dos camas de la habitación, indistintamente. 
Transcurrieron ya muchos años y sin embargo todavía recuerdo cómo surgieron los primeros roces...¡qué  decepción!  
Lo que en un contexto de vida diaria había pasado desapercibido, durante las vacaciones, se convirtió en un obstáculo prácticamente insalvable. ¡Tuvo que pasar un tiempo considerable hasta sacarme de encima ese sabor amargo y entender que la idea de no querer volver a esa ciudad, a la que hoy quiero tanto, estaba ligada a mi inexperiencia a la hora de elegir con quién viajar, porque ella, indudablemente, era una vecina excelente, pero no "la" compañera ideal en vacaciones! 

¡Tengamos presente, entonces que si nuestro acompañante no es capaz de seguirnos o no logramos una adaptación mutua, todo se hace más difícil!

¡Sepamos de antemano que un viaje puede afianzar un lazo de amistad o, por el contrario, terminar con una amistad que, antes del viaje, se creía indisoluble!



2 comentarios:

Héctor dijo...

muy interesantes tus puntos de vista.

Marina dijo...

Nada mas oportuno para mi en este momento. Tengo la oportunidad de ir a la Toscana y a Niza, con alojamiento gratuito, y estoy pensando con quien ir... Claro que no son muchos los que pueden viajar a Europa hoy en día, por lo que las elecciones no son muchas.